domingo, 3 de julio de 2011

José Luis Castillo-Puche

José Luis Castillo-Puche: un periodista viajero. [Por] Javier chivite Fernandez. Madrid, Fragura, 2009. (Druida).

Nació en Yecla en 1919. Sus primeras novelas las publicó en los años cincuenta, inicia su carrera literaria con Con la muerte al hombro, entre sus libros hay que destacar El libro de las visiones y apariciones, que fue uno de los más apreciados por la crítica y el público, Jeremías, el anarquista, El libro de las visiones y las apariciones. Y una novela sobre la vida de las tropas norteamericanas destacadas en las bases españolas. Paralelo 40 (1963).
  Viajó por África, América y España. Sus experiencias las publicó en los diarios y semanarios en los que trabajó. Se consideró, así  mismo, un viajero que le gustaba el riesgo le “encantaban los viajes, y aún los más catastróficos me sientan mejor que un frasco de vitaminas”. No sólo viajó por el mundo sino también lo hizo por España, sus crónicas las publicó en Pueblo, Ya y en El Español, como su recorrido por el Sudoeste español, en el que compara la isla de Tabarca con una “guitarra” de cuya caja “no sale música”, sino que su costa “tiene bellas ensenadas con playas de fina arena”, con esta crónica y la que hace referencia al “Levante murciano”, quiere dar a conocer a los turistas extranjeros y españoles, algunos parajes más exóticos de la costa mediterránea. Escribió Costa Blanca y la Luz (1964), una guía de viajes para la colección de Noguer “Andar y ver”.




América de cabo a rabo. [Dibujos de] Aurelio Madrid, Cid, 1959. 756 págs., 22 cm.

  Este viaje lo inició en 1957, con una propuesta que hizo al Director del Instituto de Cultura Hispánica, Blas Piñar, para recorrer América, le financiaron el viaje. Salió de Madrid rumbo a Río de Janeiro el 30 de junio de 1957 y regresó el 24 de agosto de 1958 vía San Juan de Puerto Rico. Recorrió América de Sur a Norte. Escribió su viaje en diferentes crónicas, que no ordenó ni publicó hasta su llegada a España. a instancias de Emilio Romero, director del diario Pueblo, proposición que aceptó. Dejó claro que eran impresiones “intuitivas e inmediatas”. Las crónicas del diario se iniciaron en Colombia.
    El libro como su viaje se inicia en Brasil. Su obra la organiza por países, cada capítulo hace referencia a uno de ellos, en primer lugar aparece un mapa y bajo él se registra: superficie, población, exportación, ciudades. Describe los lugares, las gentes que ve, mantiene una especial relación con los exiliados españoles. Describe las ciudades desde el punto de vista del viajero que quiere quedarse, se deja llevar por la intuición, así para él la ciudad de Lima, es una “suculenta ciudad, en la que no es tanto de admirar el balcón volado, la escalinata adornada con fantasías andaluzas, las rejas como cepos románticos, con la desperdigada melancolía de los barrios que acompañan al soñador Rimac, en sus soliloquios místicos y picarescos, con la fuerza intocable de lo puro criollo... Lima gotea voluptuosidad y destila algo más que obediencia en seguir impregnando todavía la manopla y el encaje: Lima refresca y orea constantemente vientos ciudadanos sin llegar a ser plebeyos.”

    Itinerario: Brasil, Urugay, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Guatemala, Puerto Rico, Estados Unidos, México.



   
El Congo estrena libertad. Madrid, Biblioteca Nueva, 1961. 206 págs., 18 h. de fot. b/n., 21 cm.


    Uno de los grandes conflictos africanos de finales de los años cincuenta y que terminó en 1960 fue la independencia de Congo Belga, esta guerra concentró uno de los mayores despliegues informativos occidentales en África. Castillo Puche, fue corresponsal del diario Pueblo, donde envió sus crónicas puntualmente hasta la finalización del conflicto en 1960, un año más tarde las recopiló y publicó en El Congo estrena libertad (1961). En el “Aviso a los lectores”, dice que es un libro de viajes, donde su experiencia se adorna con opiniones políticas y datos histórico-sociológicos. En el libro revive las imágenes de los soldados con las manos cortadas, las monjas con la cara pegada a la pared: el terror de los blancos. Cree que los libros de viajes son “flor de un día, compendio de instantáneas, sensaciones y tablado pasajeros.”

    Entre otras descripciones la de la ciudad de Brazzabille, la capital de la colonia y del estado independiente “A todo lo largo de las márgenes del Congo y entre colinas invadidas por hecatombes de árboles de todos los tamaños y colores, se reparte y prolonga, esta ciudad, en donde el gran edificio, el bello hotel, la soberbia iglesia y los modernos edificios públicos se alinean a lo largo de las avenidas, dando un poco la espalda a los multitudinarios barrios donde viven lo indígenas, entre cercas de alambre y tablas. El barrio negro principal de Brazzaville se llama Poto-poto que quiere decir barro o fango rojizo.”

    Itinerario: Douala, Brazzaville, rio Congo, Leopolville, Ruanda.

 Tierra de Campos: mas bien mares de tierra. Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1961. 30 págs., 16 cm.
   

Artículos en diarios y revistas

Nomadeando por el Sáhara español.
    En: El Español. Madrid. 2ª época, n. 238 (21-27 junio, 1953), págs. 32-38; n. 240 (5-11 julio, 1953), págs. 18-23; n. 242 (19-25 julio, 1953), págs. 18-24.
    Recorre parte del territorio español en África. Su viaje se inicia en Sidi-Ifni, describe la zona Sur del protectorado español, en los últimos años de la colonia, dice que su capital es como un “poblado [que] resulta bonito y, sobre todo pintoresco. Las calles parecen trazadas por un tasador árabe más bien rectas y esquinadas como fórmulas del Corán. Lo peor de todo son las cuestas que se deja uno el alma en ellas de tanto subir y bajar. Aparte de esto, la ciudad podría pasar por una estación de veraneantes, y si hubiera arbolado y un balneario con su “cura de aguas” podríamos creer que estabamos en Cestona”. Ifni parece significar “lo que era y no existe”, probablemente el agua.
    Trata de recorrer “El Aiun, Smara, Guelta de Zmmur, Villa Cisneros...”, se detiene en las ciudades del Sáhara como Villa Bens, que se encuentra cerca del cabo Juby. Intenta definir culturalmente a los habitantes del Sáhara, sus costumbres, sus supersticiones, hace especial mención de los “Halem”, sabios que conocen las tradiciones de las tribus y el Corán, “cada tribu tiene su Halem... la sabiduría de estos Halem está hecha de empirismo y superstición. No deja de ser curioso que entre los árabes todas las cosas tengan exactamente el significado opuesto al que tiene entre nosotros... Lo que para nosotros es de mal agüero para ellos es una señal afortunada. Por ejemplo: que entre ellos nadie dispare a un cuervo, porque es el más alegre mensajero del desierto”. Entre los animales del desierto, las cabras, las ovejas, destaca la importancia del camello, principal medio de locomoción, los describe como un animal raro, con fisonomía de inglés de club y andar enfático y presumido de hijo de faraones.
   
Vieja Tabarca: isla nueva del Sudeste.
    En: El Español. Madrid. N. 17 (9, febrero, 1963), págs. 6, 7.

    “Carreteras, senderos, pinadas, charcas, islotes en estas costas alicantinas, murcianas y almerienses están experimentando estos días la fiebre más desquiciadora de su historia. Ni fenicios, ni romanos, ni árabes pasaron por estas latitudes con tanta impaciencia, afán y celo como pasan hoy los compradores de tierras, los técnicos en complejos turísticos, los diseñadores de planes de urbanización.
    (...) Desde la amena y sonriente Santa Pola nos hemos internado por las laderas de una montaña hasta llegar casi al pie del faro...” (pág. 6).
   
Levante murciano: costa de la luz.
    En: El Español. Madrid. N. 22 (16, marzo, 1963), págs. 6-8.
    “Vamos a echar un vistazo a las playas de los pueblos mineros de Murcia. Aconsejo al viajero o al lector que no se precipite. Encontraremos más de un motivo de sorpresa.
    Muchas veces tendremos que ponernos la mano ante los ojos como visera. Y no tan sólo para no ser deslumbrados por este sol de la llamada Costa Blanca –que más bien, de San Pedro de Pinatar para abajo, tendremos que comenzar a llamarla Costa de la Luz, como ya la llama todo el mundo desde nuestro compañero Ismael Galiana la ha bautizado– sino también para poder pensar un poco con mayor comodidad.”

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